viernes, 19 de agosto de 2011

Un día en... Un club de barrio (Villa Malcolm)



La historia de una institución que supo sobrevivir a los embates de la modernidad, el boom inmobiliario y los cambios de costumbres en pleno corazón del barrio más buscado de la Argentina, Palermo. Su gente, sus deportes y, sobre todo, su tango. Aquí el video.


Por Gabriel Michi 


Son 83 años de historia. Y un nombre que tiene que ver con antepasados ingleses en el porteñísimo barrio de Palermo. El club Villa Malcolm se fundó en 1928 con el deseo bien terrenal de poder juntar a la muchachada del barrio para jugar al futbol. Fue nómade alrededor de una misma manzana entre las calles Uriarte, Jufré, Serrano y la avenida Córdoba, hasta llegar en 1953 al terreno que mantiene al 5000 de esta avenida donde las marcas de ropa y el boom inmobiliario le dejan poco espacio a aquellas postales de identidad.






Así lo cuenta Antonio Femia, presidente del Club: "Villa Malcolm es un club de barrio que se hizo grande en una época donde las posibilidades de hacerse grande y la situación económica del país daban para eso. Hoy sería imposible hacer semejante obra. Nosotros la hemos heredado de nuestros mayores y la seguimos administrando de manera tal de que no sufra riesgo de que se pierda".






Con alrededor de 400 socios que pagan una cuota mensual de 20 pesos, el Club Villa Malcolm se mantiene gracias a las actividades deportivas y sociales que realiza como por ejemplo, las clases de futbol, taekwondo, patín artístico, acrobacia en telas, entre otras. Así, el club logro sobrevivir a todo tipo de embestidas, en particular aquellas interesadas por el lugar estratégico que ocupa en el barrio de mayor crecimiento inmobiliario del país.






"Hubo de todo tipo de ofertas: para alquilar, para vender y hasta para coimear a los miembros de comisión directiva, que tampoco se llegó a nada porque hay una cuestión de arraigo que no se transfiere", asegura Femia.




Como todo club de barrio, la pelea por permanecer con vida es cotidiana. Villa Malcolm ha soportado los embates de las periódicas crisis argentinas. Y también los cambios de costumbres de los vecinos, cuya vorágine diaria, los ha alejado de lo que en el pasado eran sus centros de contacto y de pertenencia.




"Cambio la cosa. Antes el club de barrio era motivo de convocatoria. La gente salía del trabajo, pasaba por su casa y venía al club. Ahora no es tan así. Ahora cada uno que viene, viene a practicar una determinada actividad, termina esa actividad que practica, por ahí se queda a tomar algo y establece alguna relación social con alguna otra persona, pero en general la gran cantidad termina la actividad y se van", describe el presidente de Villa Malcolm.






Pero, sin duda, el sello que más identificó y que proyectó al club Villa Malcolm fuera de sus fronteras geográfica fue el tango.
"Fundamentalmente este club llegó a ser conocido fuera de su zona de influencia, hasta límites que desconozco, porque hay gente de todo el país que conoce Villa Malcolm, por lo bailes. Los bailes que se vienen haciendo en este club desde 1934 en adelante", expresa Femia.




Héctor Pellozo, de la Milonga Cachirulo, señala: "Para nosotros ya es una trayectoria que tiene este club muy emblemático, muy tanguero. En esta pista, en este escenario, pasaron las mejores orquestas de tango". "Y los mejores cantores", completa su mujer y compañera en la Milonga, Norma Zugasti. "Los mejores cantores y en esta pista los mejores milongueros", remata Pellozo.




Nancy Louzan es profesora de tango en Villa Malcolm. Ella sostiene: "El club de barrio tiene olor a barrio. Te conecta con la infancia. Yo nací en un barrio. Tiene que ver con estar de entrecasa, con el relax. El tango tiene olor a barrio. Cuando escuchamos las tonaditas de los cantantes sabemos que se ha formado con el arrabal. Para mí es el lugar perfecto que se trate de un club de barrio"




Ese sentimiento lo comparte su compañero en la enseñanza del tango: "Dar clases en el Club Villa Malcolm, es decir en un club, es una de las cosas más lindas. Primero porque circula mucha gente en el lugar, se siente que hay vida, incluso los ruidos durante las clases son parte de la escenografía, no me molesta; esto hace que haya más gente que se entere que hay clases. Dar clases en una sala mas cerradita y mas fría es un poco más aburrido".




A tal punto la identificación del tango con Villa Malcolm es tan fuerte que ha trasvasado las fronteras del país y ha llegado a lugares muy remotos. Por ejemplo, Giorgio Regnolli es un joven italiano que tiene una academia de tango en Estocolmo, Suecia, y recorrió miles de kilómetros para tomar clases en este club donde en otras épocas tocaron las orquestas más famosas y prestigiosas.


"Yo tengo muchas ganas de aprender y entonces pregunté a la gente dónde puedo estudiar, dónde hay un buen maestro. Hay muchísimos buenos maestros en todo buenos Aires. Por ejemplo, quería estudiar con Damián y Nancy y ellos hacen clases en este lugar. Y yo estoy acá", cuenta el italiano.




Quizás por todo eso un día en un club de barrio como Villa Malcolm despierta tantos paralelismos con el baile del tango.






Así lo sintetiza Nancy Louzan, la profesora de tango: "Conecta. Primero conecta la cabeza con el corazón. Hoy en día eso es súper necesario. Conecta con los sentimientos propios, con lo que me pasa en este momento y se potencia cuando contacto con la otra persona. Tengo que estar dispuesta a abrir. Es un desafío grande, pero después resulta un viaje hermoso".






http://www.youtube.com/watch?v=0c4fyIEbMk8

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